lunes, 3 de septiembre de 2007

Luna.

Abandonó las garras.
Ya no tenía ganas de arañar: La ternura disfrazada de agresión se cruzó en su camino.
Iban por distintas veredas. Era un tanto difícil entablar una conversación de ese modo.
Así que la ternura pasó, y la doña jamás se enteró.
Sólo rasguños, y patadas

Nunca duermes como una persona normal.
Buscas el mejor rincón de la casa, el más cálido, el más mullido... y ahí te quedas mientras se invierte el reloj de arena.
Cansada, oscura, eterna...
Nadie comprende tus sentimientos, tu desconfianza, el miedo inquebrantable a enfrentar a quien no conoces.
Luna, nunca pensé que podía enamorarme de vos...
Tu mirada brillante, tu piel oscura y de angora invita a que solo yo te acaricie.
Tal vez sea la forma en que estiras tus brazos, en un movimiento firme y delicado... sensual solo como tú sabes, tan amenazante como tus uñitas largas y filosas que sueles mostrar.
Lunita...
Eres mi gata y te atreves a saltar.

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